En
esta entrada de hoy, voy a contar la aventura que vivieron mis PJ en
un oneshot que actuo como mision secundaria, al no poder reunir a
todo el grupo para la campaña principal.
En
este caso el grupo de aventureros formado por cinco PJ se dividió en
dos. Este grupo de mercenarios contratados por el gremio de
mercaderes de la ciudad esta en plena investigación de un criminal
que saquea las rutas comerciales con sus tropas, y todo para un fin
aún peor. El grupo esta formado por dos enanos (una guerrera y un
bárbaro), un halfing pirata, una maga semielfa y un humano
explorador.
Como
la jugadora de la semielfa y el del halfling no pudieron venir, sus
PJ se quedaron el base, que en este caso es Torin, la ciudad
mercante, el pirata se quedo arreglando la barcaza que habían
capturado hacia poco y la maga, estudiando sus nuevos hechizos en la
habitación de la taberna. También se quedo en la taberna el NPC que
acompaña al grupo para dar apoyo puntual, como vigilar o conducir
una carreta, se trata de un joven humano explorador llamado Ott,
joven de espíritu, mortal a tiros.
Después
de una misión arriesgada los aventureros decidieron descansar un par
de días, hasta que el sargento Kell les indicara el siguiente curso
de acciones. Venían de una larga expedición a las minas del norte y
volvían cansados y con mucha información, es mas, una vez en la
taberna del Halfling Rojo de Torin, sufrieron un asalto de asesinos,
que acabo bastante mal para los asaltantes. Su jefa acabo sin cabeza,
al explotársela automáticamente por culpa de un conjuro de silencio
y el sargento Kell acabo malherido en el suelo.
Al
día siguiente, el explorador humano de nombre Owen decidió que
tenia que ir al armero para reclamarle una compensación por unas
flechas incendiarias defectuosas, todo esto en su línea de timador
empedernido, para ello pidió que le acompañarán los dos enanos,
Vistra y Traudur. Este último iba bien enfadado, ya que no se engaña
a la familia, y habían mentido a alguien de su reducida «familia»
mercenaria.
Por
el camino se escucha una liturgia, parece que los feligreses de
algún dios, son llamados a alguna ceremonia. Cuando se acercan al
templo marmoleo, los tres se asoman por la puerta, ven oficiar a un
sacerdote de Astrea, diosa de la justicia para los mortales. Sus
palabras hicieron reflexionar al humano, que ya se dirigía con menos
convencimiento a timar al armero.
Traudur
decidió que ese día estaría dedicado a hacer «altrucias», por
cierto problema de expresión oral. Vistra simplemente los acompaño,
ya que eran sus amigos y de momento no les requerían en ningún otro
lado.
Una
vez salieron del distrito comercial, dejando el río a sus espaldas y
se adentraron en la calle principal, la cual cruza la ciudad de norte
a sur, giraron dirección al sur, a visitar al armero que les equipo
en sus primeras misiones, el cual se encontraba en el distrito de los
artesanos, cerca de la muralla sur. Por la calle principal, entre
todo su ajetreo y trafico, se encontraron con un grupo de halflings
bebiendo en una terraza de taberna. Un par de ellos se quejaban de
las cosas raras que estaban pasando en su pueblo y el trío de
aventureros en misión de «altrucias» se metió en la conversación
de forma descarada. Estos decidieron contar lo que pasaba en su
pueblo, en la campiña de Torin, no podía hacer ningún mal que lo
supieran unos mercenarios al servicio de la ciudad.
Uno
de los campesinos halfing, de nombre Draka, contó que habían
problemas desde hacía una temporada con sus vecinos del pueblo de
Basidia, siempre había cierta rivalidad clásica entre pueblo
próximos, los de Villacampo decían que sus melocotones eran los
mejores, mientras que los de Basidia decían que no tenían ni punto
de comparación con su pescado fresco. Pero hacia un tiempo que la
gente del pueblo vecino actuaba muy raro, ya no respondían ni a las
burlas y estaban como ausentes, y aparte, los bandidos que asolaban
la zona, también habían atacado a los granjeros de las lindes del
bosque, huyendo inmediatamente de la guarnición del pueblo.
El
grupo de mercenarios decidió que la buena acción del día seria
investigar los problemas de los campesinos, pero antes, pararían por
la forja.
Se
alejaron poco a poco de la taberna y se adentraron en la zona de
talleres del Gremio de Artesanos. Al llegar a la armería, Traudur
pego una patada a la puerta y entro con su peor cara para de golpe
encontrarse con el artesano humano, iba con la intencion bien clara de hacerle pagar por mentir a su amigo. El artesano se giro sorprendido por el golpetazo en la puerta, pero de golpe al ver al enano, le sonrie con su mejor sonrisa de vendedor y les dice al trío; ¡Buenos días! ¿Cómo estamos hoy? ¿Qué necesitareis esta vez? Por cierto, ¿cómo está
mi primo? Esa frase paró al grupo inmediatamente, nadie se acordaba que
era familiar del posadero donde dormían y de golpe las pocas ganas
ya de Owen para timar, se disolvieron, pero supo improvisar una
contestación rápida. ¡Muy bien!, ayer le salvamos la vida de unos
asesinos.
El
armero palideció de golpe y no paró de dar las gracias a los
mercenarios, que les haría un precio especial en todo lo que
pudiera. Traudur que aun estaba un poco descolocado por el giro de
acontecimientos, le indico el problema de sus flechas (que no eran de
su fabricación) y el humano se dedicó a estudiarlas detenidamente,
para acabar indicando que no eran de su manufactura, pero que con un
par de ajustes, les podría hacer alguna cosa parecida como
recompensa por ayudar a su familia.
De
golpe el explorador arrepentido, se vio recompensado con unas flechas
de fuego, por ayudar al tabernero. Un desenlace curioso para su
primer proposito de timar a alguien en su tiempo libre.
Una
vez iban a salir del taller, le pidieron si tenia algún medio de
transporte para ir al sur y el agradecido armero les dejo su carreta
sin preguntar nada más.
Y de golpe tenemos a los aventureros re-equipados y con un carro para dirigirse al granero de la ciudad, la campiña de Torin. Siguieron la ruta principal de comercio terrestre de la zona y en unas seis horas llegarían a Villacampo. Por el camino, cruzaron Korr, un gran pueblo agrícola, con gigantescas plantaciones y enormes molinos, que producian los alimentos que se consumen por toda la zona y en otras de más lejanas, gracias a la amplia red de mercaderes de Torin.
Y de golpe tenemos a los aventureros re-equipados y con un carro para dirigirse al granero de la ciudad, la campiña de Torin. Siguieron la ruta principal de comercio terrestre de la zona y en unas seis horas llegarían a Villacampo. Por el camino, cruzaron Korr, un gran pueblo agrícola, con gigantescas plantaciones y enormes molinos, que producian los alimentos que se consumen por toda la zona y en otras de más lejanas, gracias a la amplia red de mercaderes de Torin.
Villacampo
no era un pueblo tan grande como el anterior, pero disfrutaba de una
pequeña plaza fortificada, para defender la bifurcación de la
carretera. El pueblo y sus granjas estaban delimitados entre los
bosques frondosos de la zona y el pequeño lago que ocupa el sur de
la región. Y cuando el grupo de aventureros llegaron
por la carretera principal, no les fue difícil
ver el desvío que les llevaría
al pequeño pueblo de pescadores de Basidia, cruzando la foresta y
acercándose a las orillas del caudaloso
río Tor.
Otro
día acabare la aventura del trío de mercenarios en su día de
descanso, para que no se haga pesado de leer. Intentaré ir
escribiendo estos textos para ir ampliando mi escenario de campaña,
ubicado en el continente
de Antigua, y donde ya se han comentado otras partidas (1)
(2)
en el blog.
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