Aquí
la continuación de la antigua entrada sobre el oneshot
ambientando cerca de Torin, los aventureros en su día de
“altrucias” se enfrentan a más de lo que ellos pueden imaginar.
El
trío de mercenarios a bordo de una carreta
dejaron atrás Villacampo y fueron a Basidia, internándose
en el frondoso bosque de ribera. Al poco de entrar, un enorme ser
salio del bosque asustando a la mula, saltaron al suelo los
aventureros y se enfrentaron a un gran cienpiés
gigante que estaba cazando su siguiente comida, pero esta vez intento
cazar algo demasiado grande para el y fue despachado sin problemas.
Owen fue corriendo a por la mula desbocada y los dos enanos fueron
detrás de el a su ritmo.
Una
vez tuvieron su carro bajo control, el
explorador destripo las glándulas
venenosas del cienpiés, para sus flechas,
y una vez siguieron la ruta poco a poco por el frondoso bosque.
Al
rato, Owen vislumbro una sombre que les vigilaba por el bosque, sin
dudarlo saco una de sus flechas impregnadas en veneno de cienpiés
y disparo a la oscuridad. Un grito respondió
a su disparo y propicio a que el resto de bandidos que querían
emboscarlos salieran al camino.
Los
cuatro bandidos fueron a atacar a los aventureros, su tosca táctica
se vio enfrentada con dos enanos que de golpe solo gritaban mientras
iban a la carga a por ellos. Vistra lanzo una de sus hachas,
impactando en el pecho de uno de los bandidos, dejándolo
tendido en el suelo.
Traudur
dejo a otro aplastado por su gran martillo
de guerra y el resto fue una corta pero
brutal danza de hachas, espadas y flechas entre los
dos grupos. Una vez cayo el último de ellos, Owen fue a buscar al
desafortunado que recibió su primer
disparo e interrogarlo, mientras los enanos buscaban
entre los cuerpos de los otros su había
alguna pista de lo que pasaba en el pueblo vecino.
Owen
se encontró al bandido tendido en el suelo
con una flecha en su tronco, parecía en
las últimas, por lo que lo levanto y lo llevo poco a poco a la
carretera, por el corto camino, fue preguntándole
cosas, a las que solo respondía con medias
frases y palabras vagas.
En la
carretera solo había un par de enanos y
cuerpos destrozados, y los muertos no tenían
apenas nada más que sus armas y unos amuletos de madera con
grabados. A la llegada de Owen, su prisionero ya solo pudo exhalar su
último aliento y el explorador lo dejo en el suelo, junto a sus
compañeros. Traudur vi oque uno tenia una pequeña petaca en el
cinturón y sin mucha investigación le dio
un trago largo. Su boca fue invadida por un gusto a tierra y moho,
mezclado con agua estancada, una asquerosa mezcla que tener encima
para beber.
Después
de la frustrada emboscada y de volver a calmar a la mula,
el trío se puso en
marcha, al poco de salir del bosque, ya se pudo ver campos de cultivo
y un conjunto de edificios de madera encalada en su mayoría,
cerca del río Tor. El ambiente del pueblo era bastante opresivo, una
calma reinaba en toda la zona, pero no dejaba de poner los pelos de
punta a los aventureros. La gente con la que se cruzaba el grupo
retiraba la mirada a la mínima y si
podían, cambiaban de ruta para evitarlos
en lo posible. Al final llegaron a la plaza
principal, un suelo de piedra agrietada, una pequeña fuente en medio
de la plaza y un edificio de piedra antigua y cubierta de hiedra y
líquenes rompían
la monotonía de pequeñas edificaciones
afectadas por la constante humedad del río.
Los
tres mercenarios dejaron la carreta y intentaron hablar con alguien
del pueblo, pero todo el mundo salió de
la plaza a su llegada. Al ver el edificio de piedra, pensaron
que parecía un templo y fueron a hablar
con el clérigo de su interior. Dentro del
edificio en penumbra, ya que la vegetación había
tapado varias cristaleras y ventanas, encontraron a un amigable
anciano, delante de la estatua de piedra de alguna deidad femenina
desconocida para los aventureros.
El
sacerdote les saludo y pregunto por su visita, pocos extranjeros
venían hasta ese pequeño pueblo. El trío
pregunto por el pueblo, ya que habían
noticias de bandidos y de actos extraños en esta zona, a lo que el
clérigo respondió que seguramente todo
fuera culpa de los hombres lagarto de la marisma del norte, su
hechicería primigenia seguro que tenia que
ver con todo esto y los bandidos no más que oportunistas en busca de
granjeros asustados. Después de decir esto, acompaño a los
mercenarios a la salida y les toco el hombro a cada uno como
despedida. Vistra y Owen quedaron convencidos
de todo y se despidieron sin pestañear, mientras Traudur le
rechinaba la situación muchísimo, sus
compañeros habían cambiado de actitud a
la mínima y no era nada propio de ellos
dos, a parte a el le dolía la cabeza,
había algo que le estaba arañando los sesos, todo esto olía
a magia y no estaba la maga Lira para ayudar.
La
enana y el humano ya estaban volviendo a la carreta sin mucha
vacilación a lo que Traudur primero se arreó una bofetada a el
primero y luego otra a los demás, parecía
que la situación se había reconducido, la
vieja técnica de la mano dura podía
competir con ese hechizo, al menos durante un momento. Tocaba actuar.
Mientras
recuperaban la claridad mental, los tres aventureros decidieron ir a
pedir explicaciones de todo esto al
clérigo, volvieron
a entrar en el edificio, aunque cada uno con una táctica
distinta. Owen y Traudur fueron a rastras
entre los bancos para rodear el altar, Vistra fue por el pasillo
central a pie, con las dos hachas en las manos y la mirada al suelo,
mientras llamaba al sacerdote. Al parecer este estaba en una pequeña
habitación al lado del altar y salio al
escuchar de nuevo ruido en el templo, fue
al encuentro de la enana, preguntando porque iba armada ahí
dentro. Traudur salio de entre los bancos e intento derribar la
estatua gigante de piedra sobre el clérigo,
de un mazazo de su martillo de guerra. El plan parecía
efectivo de no ser por la resistencia de la antigua estatua. Al
segundo mazazo parecía que la piedra se
había agrietado un poco y cayeron varios
trozos al suelo, pero esos fragmentos de roca al tocar el suelo se
transformaron en limos grises. Uno de ellos concentro
energía mágica
en forma de rayo, que fue directo al pecho de Traudur y salio
volando. A partir de ese momento todo fue una locura de combate.
Owen
desde su rincón, disparo unas flechas
contra el sacerdote y luego paso al asalto. El anciano sacerdote de
golpe se empezó a mover de forma felina y
a rechazar los ataques del explorador. Los dos enanos empezaron a
resistir los ataques de los limos. Vistra
contraataco con sus hachas para ver como de golpe, estas empezaban a
sisear con el ácido del limo derritiendo
su filo.
Ante
esa escena, Traudur fue directo a por el
viejo, que no pudo resistir a dos contrincantes de golpe y acabo con
la cabeza molida por el martillo y el torso pinchado por la espada.
Los limos continuaron con su ataque concentrado contra la enana. Owen
disparo una lluvia de flechas contra esos seres gelatinosos, Vistra
se defendía como podía
de todos esos ataques de pseudopodos, mientras veía
deshacerse su armadura y sus armas. Traudur
que tenia en gran aprecio a su martillo, levantó el cadáver
del viejo y lo empezó a usar como un mazo
improvisado contra los limos guardianes. El combate duro poco, la
sala quedo en silencio y la sensación de opresión
que se respiraba se iba diluyendo poco a poco.
Los
tres se dirigieron al exterior a respirar y recuperarse del combate.
En medio de la nave del templo se fueron formando unos tallos
vegetales, esos tallos de golpe crecieron
rápidamente, generando un ser humanoide
gigantesco enfrente de los mercenarios.
Los
sorprendidos guerreros se pusieron en guardia y el gran ser vegetal
sin inmutarse por su reacción, empezó
a hablar: gracias por liberar el pueblo y su templo de esta
demoníaca presencia, solo
quería esclavizar a todo el
mundo y sumirlo en un reino de oscuridad, impedía
que la deidad guardiana del templo pudiera actuar, tenéis
la gratitud de Hecate.
Al
finalizar su última palabra, el ser vegetal comenzó
a deshacerse y a infiltrarse entre las
rocas del templo. Mientras pasaba eso, las heridas del grupo se
fueron cerrando a una velocidad prodigiosa y el ambiente se volvió
cálido y sereno.
A las
puertas del templo empezaban a acumularse los habitantes de Basidia,
a su salida, los aventureros fueron vitoreados y se les quiso pagar
por su ayuda, a lo que Traudur se adelanto a Owen y dijo: no es
necesario, todo esto a sido una “altrucia”, recuerden que han
sido salvados por la Compañía
de Valzak.
Se
dirigieron a la carreta y se fueron a avisar a los vecinos de
Villacampo de que todo ha pasado. El día de “altrucias” había
terminado, un pueblo liberado de un demonio, bandidos ajusticiados y
la bendición de la diosa de las Tierras Salvajes, un gran día para
los mercenarios de Valzak.
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