Pequeñas historias de Torin: La Campiña de Torin 2

Aquí la continuación de la antigua entrada sobre el oneshot ambientando cerca de Torin, los aventureros en su día de “altrucias” se enfrentan a más de lo que ellos pueden imaginar.


El trío de mercenarios a bordo de una carreta dejaron atrás Villacampo y fueron a Basidia, internándose en el frondoso bosque de ribera. Al poco de entrar, un enorme ser salio del bosque asustando a la mula, saltaron al suelo los aventureros y se enfrentaron a un gran cienpiés gigante que estaba cazando su siguiente comida, pero esta vez intento cazar algo demasiado grande para el y fue despachado sin problemas. Owen fue corriendo a por la mula desbocada y los dos enanos fueron detrás de el a su ritmo.

Una vez tuvieron su carro bajo control, el explorador destripo las glándulas venenosas del cienpiés, para sus flechas, y una vez siguieron la ruta poco a poco por el frondoso bosque.
Al rato, Owen vislumbro una sombre que les vigilaba por el bosque, sin dudarlo saco una de sus flechas impregnadas en veneno de cienpiés y disparo a la oscuridad. Un grito respondió a su disparo y propicio a que el resto de bandidos que querían emboscarlos salieran al camino.
Los cuatro bandidos fueron a atacar a los aventureros, su tosca táctica se vio enfrentada con dos enanos que de golpe solo gritaban mientras iban a la carga a por ellos. Vistra lanzo una de sus hachas, impactando en el pecho de uno de los bandidos, dejándolo tendido en el suelo.
Traudur dejo a otro aplastado por su gran martillo de guerra y el resto fue una corta pero brutal danza de hachas, espadas y flechas entre los dos grupos. Una vez cayo el último de ellos, Owen fue a buscar al desafortunado que recibió su primer disparo e interrogarlo, mientras los enanos buscaban entre los cuerpos de los otros su había alguna pista de lo que pasaba en el pueblo vecino.
Owen se encontró al bandido tendido en el suelo con una flecha en su tronco, parecía en las últimas, por lo que lo levanto y lo llevo poco a poco a la carretera, por el corto camino, fue preguntándole cosas, a las que solo respondía con medias frases y palabras vagas.
En la carretera solo había un par de enanos y cuerpos destrozados, y los muertos no tenían apenas nada más que sus armas y unos amuletos de madera con grabados. A la llegada de Owen, su prisionero ya solo pudo exhalar su último aliento y el explorador lo dejo en el suelo, junto a sus compañeros. Traudur vi oque uno tenia una pequeña petaca en el cinturón y sin mucha investigación le dio un trago largo. Su boca fue invadida por un gusto a tierra y moho, mezclado con agua estancada, una asquerosa mezcla que tener encima para beber.

Después de la frustrada emboscada y de volver a calmar a la mula, el trío se puso en marcha, al poco de salir del bosque, ya se pudo ver campos de cultivo y un conjunto de edificios de madera encalada en su mayoría, cerca del río Tor. El ambiente del pueblo era bastante opresivo, una calma reinaba en toda la zona, pero no dejaba de poner los pelos de punta a los aventureros. La gente con la que se cruzaba el grupo retiraba la mirada a la mínima y si podían, cambiaban de ruta para evitarlos en lo posible. Al final llegaron a la plaza principal, un suelo de piedra agrietada, una pequeña fuente en medio de la plaza y un edificio de piedra antigua y cubierta de hiedra y líquenes rompían la monotonía de pequeñas edificaciones afectadas por la constante humedad del río.
Los tres mercenarios dejaron la carreta y intentaron hablar con alguien del pueblo, pero todo el mundo salió de la plaza a su llegada. Al ver el edificio de piedra, pensaron que parecía un templo y fueron a hablar con el clérigo de su interior. Dentro del edificio en penumbra, ya que la vegetación había tapado varias cristaleras y ventanas, encontraron a un amigable anciano, delante de la estatua de piedra de alguna deidad femenina desconocida para los aventureros.

El sacerdote les saludo y pregunto por su visita, pocos extranjeros venían hasta ese pequeño pueblo. El trío pregunto por el pueblo, ya que habían noticias de bandidos y de actos extraños en esta zona, a lo que el clérigo respondió que seguramente todo fuera culpa de los hombres lagarto de la marisma del norte, su hechicería primigenia seguro que tenia que ver con todo esto y los bandidos no más que oportunistas en busca de granjeros asustados. Después de decir esto, acompaño a los mercenarios a la salida y les toco el hombro a cada uno como despedida. Vistra y Owen quedaron convencidos de todo y se despidieron sin pestañear, mientras Traudur le rechinaba la situación muchísimo, sus compañeros habían cambiado de actitud a la mínima y no era nada propio de ellos dos, a parte a el le dolía la cabeza, había algo que le estaba arañando los sesos, todo esto olía a magia y no estaba la maga Lira para ayudar.
La enana y el humano ya estaban volviendo a la carreta sin mucha vacilación a lo que Traudur primero se arreó una bofetada a el primero y luego otra a los demás, parecía que la situación se había reconducido, la vieja técnica de la mano dura podía competir con ese hechizo, al menos durante un momento. Tocaba actuar.
Mientras recuperaban la claridad mental, los tres aventureros decidieron ir a pedir explicaciones de todo esto al clérigo, volvieron a entrar en el edificio, aunque cada uno con una táctica distinta. Owen y Traudur fueron a rastras entre los bancos para rodear el altar, Vistra fue por el pasillo central a pie, con las dos hachas en las manos y la mirada al suelo, mientras llamaba al sacerdote. Al parecer este estaba en una pequeña habitación al lado del altar y salio al escuchar de nuevo ruido en el templo, fue al encuentro de la enana, preguntando porque iba armada ahí dentro. Traudur salio de entre los bancos e intento derribar la estatua gigante de piedra sobre el clérigo, de un mazazo de su martillo de guerra. El plan parecía efectivo de no ser por la resistencia de la antigua estatua. Al segundo mazazo parecía que la piedra se había agrietado un poco y cayeron varios trozos al suelo, pero esos fragmentos de roca al tocar el suelo se transformaron en limos grises. Uno de ellos concentro energía mágica en forma de rayo, que fue directo al pecho de Traudur y salio volando. A partir de ese momento todo fue una locura de combate.
Owen desde su rincón, disparo unas flechas contra el sacerdote y luego paso al asalto. El anciano sacerdote de golpe se empezó a mover de forma felina y a rechazar los ataques del explorador. Los dos enanos empezaron a resistir los ataques de los limos. Vistra contraataco con sus hachas para ver como de golpe, estas empezaban a sisear con el ácido del limo derritiendo su filo.

Ante esa escena, Traudur fue directo a por el viejo, que no pudo resistir a dos contrincantes de golpe y acabo con la cabeza molida por el martillo y el torso pinchado por la espada. Los limos continuaron con su ataque concentrado contra la enana. Owen disparo una lluvia de flechas contra esos seres gelatinosos, Vistra se defendía como podía de todos esos ataques de pseudopodos, mientras veía deshacerse su armadura y sus armas. Traudur que tenia en gran aprecio a su martillo, levantó el cadáver del viejo y lo empezó a usar como un mazo improvisado contra los limos guardianes. El combate duro poco, la sala quedo en silencio y la sensación de opresión que se respiraba se iba diluyendo poco a poco.
Los tres se dirigieron al exterior a respirar y recuperarse del combate. En medio de la nave del templo se fueron formando unos tallos vegetales, esos tallos de golpe crecieron rápidamente, generando un ser humanoide gigantesco enfrente de los mercenarios.

Los sorprendidos guerreros se pusieron en guardia y el gran ser vegetal sin inmutarse por su reacción, empezó a hablar: gracias por liberar el pueblo y su templo de esta demoníaca presencia, solo quería esclavizar a todo el mundo y sumirlo en un reino de oscuridad, impedía que la deidad guardiana del templo pudiera actuar, tenéis la gratitud de Hecate.
Al finalizar su última palabra, el ser vegetal comenzó a deshacerse y a infiltrarse entre las rocas del templo. Mientras pasaba eso, las heridas del grupo se fueron cerrando a una velocidad prodigiosa y el ambiente se volvió cálido y sereno.
A las puertas del templo empezaban a acumularse los habitantes de Basidia, a su salida, los aventureros fueron vitoreados y se les quiso pagar por su ayuda, a lo que Traudur se adelanto a Owen y dijo: no es necesario, todo esto a sido una “altrucia”, recuerden que han sido salvados por la Compañía de Valzak.
Se dirigieron a la carreta y se fueron a avisar a los vecinos de Villacampo de que todo ha pasado. El día de “altrucias” había terminado, un pueblo liberado de un demonio, bandidos ajusticiados y la bendición de la diosa de las Tierras Salvajes, un gran día para los mercenarios de Valzak.

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